sábado, 25 de noviembre de 2017

Vivir Poéticamente #001- Hallarse Poeta

Serie Vivir Poéticamente. Prosas poéticas de Carlos de la Rosa Vidal.
Vivir Poéticamente #001- Hallarse Poeta



lunes, 18 de septiembre de 2017

Quien Ama con el Corazón

Quien Ama con el Corazón
 Por Carlos de la Rosa Vidal


Anuncia su compromiso con la sonrisa. Batalla en una ofensiva por el querer. Cada mañana escoge amar.
Dios habita en el dar y por
Eso siempre está multiplicando la conspiración.
Fabrica la teoría musicada de los amantes que el mundo
Guarda. Suma alegrías y lo almacena
Hasta encontrar susurros en llanto.



Inscribe en los rostros vulnerables la Junta orquestada del servicio. Kamikazes de entusiasmo son
Los amantes de carisma indomable.
Mientras quien dice amar y sólo encuentra vacío, Navega en soledad tirana,
Otro de sonrisa interior
Participa su mundo a los demás.



Quien ama con el corazón
Recibe la fuerza en soledad creativa. Sencillo es el mapa para andar. Tomas un lápiz. Te pones a escribir. Una tecla para pulsar.
Varios caracteres hasta completar un párrafo. X que jamás habrá final cuando eres poeta.
Y sólo cuando dejes de escribir te crearás tu final.
Quien ama con el Corazón



Zurce sonrisas interiores ¡Para abrir el mundo a los demás!

domingo, 25 de junio de 2017

Testigos de Sí Mismos - Carlos de la Rosa Vidal

Artículo: Testigos de Sí Mismos
Autor: Carlos de la Rosa Vidal
Serie: Escolios a una Vida Poética

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Testigos de Sí Mismos

Por Carlos de la Rosa Vidal

Los ojos tienen tentáculos para atrapar a los momentos. Para vigilar a las cosas. En una mirada hasta los relojes duermen. Ya no cuentan los minutos en un instante de contemplación. Creo que existo para mis ojos, para detenerme en la experiencia de una pelota de trapo, cuando rueda, mientras desprende más polvo del que se le impregna. Existo cuando mis ojos me atrapan en el vuelo corrido de algunas hojas estrellándose contra la hierba muerta, en lugar de arrullarse contra la fresca.
No son los mismos ojos: los de ayer, cuando vi cubrirse de arena a mis abuelos; los de hoy, cuando he visto polvo, alrededor de los pies de mis hijos, porque corren a la vida. He querido detenerlos para gritarles que a la vida no se corre, ni se arroja. Pero luego he recordado que jugaban sin más placer que girar como el universo.
No sé si con mis ojos, pero he visto las escenas de mis sueños, a los ojos fugándose de las pesadillas. No sé si en los sueños se puedan cerrar los ojos, pero me ha sido posible lanzar un grito, deseo creer que cerrándolos, para despertarme.
De mañana, me ha sido posible entender que estoy vivo porque mis ojos me lo han revelado. Y he visto girar a las luces para adueñarse de los rincones. Para que mis ojos crean en el día. Descubrí a las luces huyendo para convencerme de un algo llamado noche.
Algunas artes son imposibles sin el don de nuestros ojos. Las artes nos liberan hacia una prisión, cuyos barrotes nos separan del tiempo de quienes caminan como al patíbulo. Algunas artes seducen a nuestros ojos al galope de carbones y acuarelas. El arte seduce, la ceguera de la conciencia, desespera. El arte nos acerca a los otros, precisamente al rescatarnos del tiempo ciego de quienes te pisotean el pie del espíritu. Y con nuestro tiempo lúcido, somos más hermanos de quienes aún nos llaman enemigos. Vivir en el tiempo ciego es beber agua sucia en un vaso limpio. Es cubrirse con una hoja de parra el trasero y la vergüenza en la soledad de una luna cerrada y de un sueño.
Un poeta ha de narrar que los hombres no huyen de sus malaventuras, tan sólo se ocultan tras sus espaldas. Los ojos desaparecen pero residen en las fronteras. Los hombres no escapan, tan sólo cierran los ojos. Si alguno ha marchado hacia el vals de un adiós, es porque aún no comprende el valor de cerrar los ojos como abrirlos, para darse a sí mismo la noticia de estar vivo. Rendir los párpados, no importa en donde, si a velocidad o hacia atrás, hacia las profundidades de lo alto. Pero rendirlos, como se inclina y venera con un aplauso, ante el día nuevo, un niño que sonríe porque amanece. Los hombres rendirán los ojos, pero no será ni abandono, ni retraso, serán testigos de sí mismos.
Hay quienes se han mirado por primera vez al cerrar los ojos. Y han visto cómo una caricia ha encendido una hoguera; cómo un abrazo ha mezclado a las cenizas; cómo los dioses de un templo han fabricado una pluma; cómo del humo unos sacerdotes han compuesto un cuaderno; y finalmente cómo un latido ha escrito una historia.
En algunas noches antiguas, dormíamos con los ojos entreabiertos, quizá para ocultarnos de algunos sueños, mientras respirábamos rosas, o nos pinchábamos con las espinas.
Los ancianos han ordenado, que nuestros ojos permanezcan entreabiertos, al ausentarnos por unos momentos de la vida apresurada.
Han quienes se han rendido a poetas ante los rojos del arrebol. Y han detenido la respiración ante el acto de un perro contemplando el ocaso. Él, absorto en el juego del cielo, ha descansado la cola en la arena, y se ha hecho naturaleza, quizá como pocas veces lo hacen sus pares humanos, para contemplar su pedazo de galaxia. Aquel perro, no se dio cuenta que ese día fue poeta, que la poesía no llegaba a sus ojos, quizá contemplaban cerrados. La poesía partía de él, de su historia interior.
Un padre quisiera prestar su ojos, en su lugar, presta sus libros. Un niño escuchará rugir desde las hojas de un libro, a las olas de un mar gigante. De los dibujos, saltarán los sollos y los dragones, las brujas y las princesas ranas, los dos ivanes y los siete simones. De unos ojos a otros se trasladará un libro, heredado para que un niño de hoy, conozca los cuentos que leyó un niño de ayer.
No hay mejor temporada para las confesiones que el otoño. Para confesar por ejemplo, que de un libro de cuentos, se gestó el nombre de André, mi hijo del pensamiento. Que cuando jugaba a la guerra, en mis días de niño, en la arena de nuestro patio familiar, uno de los jefes de la batalla tenía por nombre Joaquín, mi hijo de la sonrisa.
Confesaré que mis ojos han contado los granos de arena de un castillo para poetas, acaso para cobijar el futuro de los míos. Pero los mismos ojos, de un soplo, como el lobo, han derruido aquella cárcel, y han devuelto a los granos de arena a la playa de un pueblo que siete generaciones han contemplado. A la misma arena a la que nuestra familia se han rendido, con cada padre e hijo, siglo tras siglo.
El tiempo es nada o es todo, cuando eres testigo de ti mismo. En fin, es poesía. Cuando atestiguas que existes, das cuenta a tu memoria del pecado de juzgar a la naturaleza como a juguete.
En el lecho de los juguetes de goma, aún se conservan impregnadas las grasas delgadas de los dedos de unos niños antiguos, que se juntarán con las huellas de otros nacimientos más traviesos.
Los últimos ojos cerrados serán los de la muerte. La poesía te hará testigo de tus días, regresará a la nada, para diluirse. Después de ti, nadie más podrá ser testigo de ti mismo.
En un cuaderno de notas, recordaré a un niño frente a un templo, al lado de un río, con unas rocas por paredes. En el mismo cuaderno, viajaré con los niños nuevos, con sus ojos por testigos para honrar a los ancianos.
Los niños de los juegos tempranos, en el cuaderno de sus memorias, colgarán rosas blancas ante el descanso de sus abuelos.

24 de mayo de 2017

Carlos de la Rosa Vidal 





viernes, 10 de marzo de 2017

Gracias Millonarias | Poema

Gracias Millonarias
Por Carlos de la Rosa Vidal

Amante del mundo es quien
Busca y más precisamente quien revela el
Color de la gratitud, allí donde el sentido común
Dicta que hay y allí mismo donde dicta que no hay.
En voz baja agradece para conspirar, en alta para enamorar.
Fe es el poder de agradecer antes de poder ver.
Gracias millonarias es el argumento de quien
Hace que te enamores del mundo buscando gratitud.

Intentando revelar por qué agradecer. Y aún, sin los porqués.
Junta el espacio y tu tiempo en el
Kilómetro de la felicidad.
La gratitud no es sólo decir, la gratitud se siente.
Millonario es el saludo de quien
Navega en la gratitud.
Obsequio que se dan.
Poder nacido de su nombre aun por pronunciar.

Quien vive el don de la gratitud
Respira el don y
Sucede al don
Traspasa las murallas como el miedo con unos puentes
Ubicados en el creer y el espacio de sentir una verdad.
Vuelve y va cargando libertad, multiplicando libertad.
X que conoce el secreto de comenzar
Y porque hace de la gratitud un hábito.
Zurciendo las manitas hacia el cielo ¡con los hilos de la libertad!

domingo, 5 de marzo de 2017

Si Viviera Mis Últimos Días - Poema

Si Viviera Mis últimos Días
Por Carlos de la Rosa Vidal

Si estuviera viviendo mis últimos días
Viviría cada día emocionado,
me arrodillaría ante el mundo para hacer de cada acto
mi grito de gratitud.
Si viviera mis últimos días
los viviría como si fueran los primeros.
Contemplando fijamente, tal vez llorando por la emoción de estar vivo.
Inspiraría al mundo allí dónde nunca hubo primavera.
Buscando el sol que nunca antes amaneció,
abriendo los aires como un libro lo es
por un niño que muy pronto aprenderá a leer.
Reconocería la inmensidad del universo
para saberme humilde ante los siglos y las galaxias,
lloraría de felicidad por descubrirme humano.
Dictaría cada discurso como si fuera el primero o el último.
Me haría conspirador de un mundo de amor.
Transmitiría mi pasión en cada palabra, en cada obra.
Si viviera mis últimos días caminaría para emocionarme con el caminar
abrazaría para emocionarme con el abrazar,
saludaría como saluda alguien que se despide o que recién llega.
Mantendría este poder inspirador
y esta emoción que siento al escribir en estos momentos.
Mantendría esta lágrima que rueda mi rostro al escribir.
En cada acto que pueda,  y aunque me olvidara de hacerlo
estoy seguro que siempre recordaría volver a empezar.
Si viviera mis últimos días
no me importaría cometer errores si puedo crecer.
Contagiaría mi entusiasmo por sentir que se existe.
No podría contener mi urgencia por vivir,
mi desesperación por ser paciente para contemplar el mundo.
No me tomaría tannnnn en serio,
porque yo tal vez no seré ni un recuerdo fugaz
a los milenios que vendrán.
Si viviera mis últimos días,
viviría de verdad
no tendría miedo a morir,
como jamás lo tendría a vivir.
Sonreiría a un hermano de la tierra-patria.
Ayudaría a crecer a otros por la emoción
de construir el mundo de otros que no conoceré.

Si viviera mis últimos días
agradecería todo lo que ha hecho posible que yo esté vivo
diría: “me emociona estar aquí”
Gracias Millonarias, nunca olviden ser conspiradores del cambio.
Me pondría a llorar, agradeciendo todo lo visto
daría un beso al cielo celeste y a los ases de este mundo
por hacerlo más hermoso.
Viviría cada día con una lágrima
por la emoción de estar vivo.
Carlos de la Rosa Vidal
Callao-Perú
12 de Octubre de 2011


De lo Conveniente de Ser Feo

De lo Conveniente de Ser Feo
Por Carlos de la Rosa Vidal

Cuando eres feo no tienes otra salida que ser inteligente. Cuando eres feo se puede perdonar que lo seas, incluso es posible que la gente no te vea con tales ojos si eres ilustrado. Lo único que puede asegurarse en este sentido, es que más probable para un feo culto el verse rodeado de amigos verdaderos.
Pero no hay nada más desastroso para la vida de una persona que ser fea y bruta. Es un delito contra la propia carne. Se perdona en sociedad que vuestro cabello no se quede donde tenga que quedarse. Es perdonable no coincidir estéticamente con los cánones y gustos de la época. La naturaleza se ha ocupado de hacer que los hombres no sean iguales. Y ha optado por la imprescindible diferencia.
Se disculpa incluso la poca etiqueta del varón y la dama. Pero vaya usted a saber qué sucede cuando sabiéndose un poco diferente -feo en breve- encuentra que no responde ni al dos más dos. No, no hay nada más adverso para la supervivencia que padecer la enfermedad de la brutez.
Solo un buen entendido grupo llega a deducir que mientras más feo se es más inteligente se tiene que ser. La historia ha compuesto sus números. Para un animal, perdón, para un estúpido la vida es un grito adulto de "y ahora a qué jugamos” para un hombre cultivado la vida se hace más sorprendente a medida que avanza la aventura de vivirla y comprenderla.
Y cuando en la operación matemática ingresamos los datos fealdad, belleza, cultura, incultura nos sorprendemos del cuadro resultante. Se hace bella la persona inteligente aunque tomada por fea. Se hace bella la cultivada aunque ajena a la moda. Se hace fea la admirada por bella, aunque dominada por la descortesía. Se hace aún más bella la encantadora e inteligente. Se hace aún más bella quien con su don de gentes luce además la naturaleza atractiva. Cae en el ridículo el feo y el bello por su soberbia y por su escasa inteligencia.
Se hace más fea todavía, la bruta y la descortés. La soberbia y la ignorante. Y fea.
Cuando eres feo y culto, gozas de un estatus único, puedes ser un culto muy bello pero puede resultar sospechoso y un impedimento para el disfrute de tu asiento en el Olimpo. Los dioses no preguntan cómo se le ve el cabello, preguntan qué hay entre oreja y oreja. Y ni siquiera eso. Preguntan qué puede concebir el cerebro. Tal vez un poco de hacerse el feo sirva para ascender a la posición de los sabios.
Ya en la tierra puedes descubrir que las mujeres cuando se acercan no lo hacen porque se mueren por tomarse una foto contigo. Y si lo hacen es porque quieren lo que eres. O al menos son más sinceras.
Cuando eres feo y callas todos saben que estás pensando. Y cosas elevadas. Cuando una persona agraciada calla todos piensan que no ha entendido nada. Por eso es conveniente ser feo. Y culto. Es lenguaje corporal en movimiento. Cuando el feo corre, levanta el pañuelo y se lo devuelve a la dama es un caballero sincero. Cuando lo hace el adonis, es un caballero interesado.
Por eso abogo por el club de los cultos. De los feos. De la selección social de los que piensan. Cuando eres este tipo de feo se puede perdonar a todo tu linaje, incluso firmarse un acta de limpieza de sangre intelectual para toda tu prole por cinco generaciones. Pero el mundo es así, no perdona ni un retrato, ni una etiqueta en el facebook cuando eres feo y además bruto. Eso no se perdona. Eso se aborta.
Me gustan los feos como me gustan los tímidos. Pero no me gustan los que con todas las posibilidades genéticas se abandonan al pensar de los demás. Pero no me gusta cualquier feo como tímido. Sino aquellos que buscan cultivarse en sus campos de especialidad particulares. Cuando eres feo se te perdona que lo seas, pero vago, bruto y grosero eso no tiene perdón de gato.
Hasta resulta conveniente el haber nacido feo, No importando lo antiestético, lo inteligente es atractivo. Al menos sabes que los amores no quieren tus carnes bellas.  El siglo XXI es el tiempo de los feos, cultos y educados. Quien diga lo contrario es feo.
Enamorarse de un feo tiene sus ventajas, aunque no tanto ser feo para enamorar. En el mundo no hay fealdades perfectas. Sin embargo te asegurarás de hacerte una vida inteligente. El mundo se mueve por los técnicos.
Hasta siendo líder puede convenir que tu semblante sea un poco caricaturesco, es el tiempo de los medios sociales. Si repasas la historia los grandes hombres y mujeres que elevaron a la humanidad, quienes han luchado por un mundo mejor hasta han sido un poco feos. Las estadísticas son confiables.
Con toda la broma que resulta, es mejor ser feo de rostro, que de alma. Los de carácter imposible no seducen. Se hacen temidos, no atractivos. Y hasta resulta más atrayente escribir sobre la fealdad que sobre la belleza, en palabras de Umberto Eco, quien escribió una Historia de la Fealdad.
Lo importante no es ser feo, sino cultivado. Lo bruto y lo grosero son fealdades auténticas. Y las diferencias estéticas, no imparta si feas o bellas, pero cultos y corteses, esas son bellezas verdaderas.

Capacitación y Formación